CARLOS MARZAL
Un cosmos unitario y rotundo conforman los doce cuentos de Los pobres desgraciados hijos de perra, que tienen como escenario una urbanización en Portacoeli, un pueblo de veraneo, y gravitan en torno a la «violenta y desconcertada juventud». Así, un grupo de adolescentes disfruta, en «Con un poco de suerte», de los largos veranos de tres meses, entregados al fútbol y el vagabundeo con los amigos y con las chicas, hasta que saben que la fortuna no siempre está de su parte al lanzar un penalti... o al tomar una curva a toda velocidad. Parecidas ansias de apurar el mundo muestran los personajes de otros relatos, que juegan con experiencias al límite. Muchos de esos jóvenes, ya adultos, serán quienes se enfrenten a la amarga avaricia de algunos familiares en «Casa nuestra», o los que transijan con el mundo, como el protagonista de «Una fórmula mágica», al que se le pide que escriba sobre las carreras de Fórmula 1 a cambio de irrechazables tentaciones. Criaturas, en definitiva, extraviadas en sus mundos respectivos