La saragata

27 SEP

En una celda (y muchas luciérnagas)

Per David Fernández
En una celda (y muchas luciérnagas)

Durante el verano he estado deambulando entre novelas cortas. Supongo que el tiempo, los horarios de trabajo y las ganas se dilatan en los meses más calurosos del año y cada uno los emplea para leer aquello que le gusta más. Yo venía de leer un par de novelas con las que no terminé de conectar, así que pasarme a estas pequeñas dosis de literatura me saciaba lo suficiente para no cansarme demasiado. Vaya, entre los mil estímulos no lograba sacar tiempo o dedicación y leer algo que superase las 150 páginas.

 

Dentro de esta dinámica que llevaba, «En la celda había una luciérnaga», de Julia Viejo y editado por Blackie Books, vino a mí como agua de mayo. Este libro surgió gracias a un concurso de microrrelatos que organizó la editorial en plena pandemia. «El niño gilipollas», su propuesta —y que se incluye en este libro—, fue uno de los relatos destacados del concurso que buscaba historias que sucedieran fuera de casa.

 

«Tú estudias cine y yo historia moderna. Los dos estamos destinados a morirnos de hambre.»

 

«Me apunté a un cursillo rápido de cómo tirar tu futuro por la borda y saqué un sobresaliente.»

 

Jugando entre lo real y lo fantástico, Julia ha confeccionado más de una treintena de relatos que dejan volar la imaginación. Bajo ese paraguas, la autora consigue crear varios escenarios e historias donde, partiendo de lo cotidiano, se convierten en algo vivaz y con ingenio. A pesar de que cada relato «viene de su padre y de su madre», como dice ella en entrevistas, sí que se pueden ver algunos puntos en común entre todos ellos: la curiosidad en lo extraño, el humor y la tragedia, lo oscuro en lo normal y la sencillez en lo mágico.

 

«Mucho tiempo después entendí que aquello con lo que más bromean las personas es en realidad lo que más les preocupa. Me acuerdo de que tú hacías constantemente chistes sobre perder tu trabajo y tu poder. Nunca hiciste chistes sobre mí.»

 

«Entonces agarro la agenda de teléfonos y la abro por cualquier letra menos por la M (porque en la agenda solo está ocupada la letra M, donde papá apuntaba los nombres de todos: Mi Toni, Mi Lara, Mi Eloy).»

 

Lo que más me ha gustado de «En la celda había una luciérnaga» es la manera en la que empezaba cada relato planteándome su desenlace y suponiendo lo que iba a pasar (un saludo al Gordo) y terminaba encontrándome algo remotamente distinto que ni siquiera había pensado (otro para la fantasma). Después de haber leído novela —la siempre recomendada— y algo de poesía —la que se lleva los elogios—, casi nunca me había enfrentado a un libro de relatos porque tenía la percepción como se tiene con lo fantástico: algo de niños. Si bien es cierto que me fijé en este libro por su portada (creo que es una de mis favoritas de todos los tiempos), también rompió mis esquemas a la hora de prejuzgar un género.

 

«Me gusta valorar las cosas con los mismos criterios con los que valoro la comida. Por ejemplo, mi piso siempre me ha parecido un plato de lentejas, y mi trabajo, una lechuga iceberg.»

 

Espero que esto no suene muy «macarrones con tomatico», pero leed a Julia, que os va a sentar como una taza reconfortante de té de jengibre y limón en un domingo.

 

Tornar a les notícies