La saragata

29 ENE

«Si me enseñas tu pistola, te enseño la mía»

Per José Luis Ramos Rebollo
«Si me enseñas tu pistola, te enseño la mía»

«No se ven muchos homosexuales por el oeste».

Cuatro emprendedores. Una fotógrafa. Pistoleros, alcaides, banqueros, taberneros, alcaldes, mineros. Duelos a mediodía que no dejan de aumentar. Una médica. Un viaje a lugares con nombres premonitorios. Cuatro visionarios del amor. Y conversaciones de la voz narrativa –quizá consigo misma– en las que reflexiona sobre la escritura: «Escribir una novela requiere de varias cualidades como son organización, planificación, constancia o en su defecto, la cualidad que viene a ser no poseer ninguna de las anteriores en absoluto».

 

«Si me enseñas tu pistola, te enseño la mía», dice Montgomery Clift a John Wayne en RÍO ROJO.

 

«En ese instante Florencio Iguarán se levanta de su silla, derramando el poco vino que aquella noche no se ha derramado por las gargantas. Se levanta de su silla. Se acerca a Victorio J. Murrieta. Le besa en los labios».

 

BELLO TROZO REDONDO DE MAR es un western gay. Y también es un homenaje a la literatura argentina. Y es una novela de amor. La transformación de un burdel en otro espacio constituye una venganza y evoca (y ajusta cuentas con) el prostíbulo mendicuttiano de ÚLTIMA CONVERSACIÓN, instalado en el antiguo caserón de un clan familiar obligado a vender la última de sus propiedades. El relato de Luis Mario también es una novela con humor. Pregunta un personaje si es cierto que F. ha dejado la bebida. Responde otro: «Hasta que se acuerde dónde la ha dejado».

 

La literatura es cuestión de fe. 

 

Algunas novelas consiguen que el lector conozca la nieve sin haberla pisado nunca. O que vea el mar sin haber abandonado jamás la meseta. O transportarlo a una ciudad que no ha visitado. BELLO TROZO REDONDO DE MAR logra que el lector sepa (o recuerde) qué es capaz de conseguir el amor entre dos personas.

 

«¿Nunca te había besado un hombre, cariño?».

 

Con la esperanza de que llegue, antes de la primavera, una lluvia pertinaz.

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