YANIS VAROUFAKIS
Durante la primavera de 2015, las negociaciones para renovar los programas de rescate entre el recién elegido gobierno griego de Syriza (el partido de izquierda radical) y la troika pasaban por un momento tan difícil y confuso que, en un momento de exasperación, Christine Lagarde, la directora del Fondo Monetario Internacional, reclamó a ambos que se comportaran como adultos. Parte de la confusión se debía a la aparición en escena de alguien que intentaba cambiar la manera de analizar la crisis de deuda en Grecia: era Yanis Varoufakis, su ministro de Finanzas, un economista de ideas iconoclastas que se paseaba por las cancillerías europeas con una chaqueta de piel y sin corbata. El mensaje que Varoufakis comunicó a las instituciones que negociaban con Grecia fue claro: la deuda acumulada por su país era impagable y lo sería aún más si se continuaba implantando la austeridad que le exigían sus acreedores. De nada servía acumular un rescate tras otro con más recortes y subidas de im