CARME MOLINERO
Hace 30 años se abría una nueva etapa en la vida española cargada de expectativas, incertidumbres y enormes dificultades. Tras superar un difícil proceso que permitió pasar de la dictadura más larga de la historia contemporánea a la instauración y consolidación de un régimen democrático, la opinión internacional ha juzgado como espectacular la transformación experimentada desde los años ochenta, tanto desde la perspectiva socioeconómica como cultural. Sin embargo, en los últimos años, la «Transición» está siendo utilizada para el debate político sobre los objetivos a los que la democracia española debería aspirar en el siglo XXI. Para unos en aquel proceso se selló un pacto que debe ser inamovible, para otros es imprescindible una segunda transición porque en los años setenta no fue posible conseguir todos los cambios deseables; algunos, incluso van más allá y afirman que determinadas fuerzas claudicaron en su voluntad rupturista. La Transición de la dictadura a la democracia está muy presente en el devenir a