RAMÓN JAVIER CAMPO
La catástrofe del Yak-42 es la peor de la historia del Ejército español, la mayor vergüenza de los 25 años de democracia y uno de los episodios más siniestros de mentiras y manipulaciones del PP. La mitad de los 62 militares españoles muertos, que regresaban de una misión humanitaria en Afganistán y Kirguizistán, no fueron identificados por el Gobierno de José María Aznar, que se apresuró a entregar los cuerpos por miedo al escándalo. Las familias de las víctimas se rebelaron contra la injusticia desde el mismo 26 de mayo de 2003. Se asociaron y batallaron con sus armas contra el Ministerio de Defensa en busca de la verdad. El tiempo les ha dado la razón. Treinta fallecidos van a tener que ser exhumados, aunque ocho de ellos fueron incinerados, para que sus deudos sepan a quién rezan. La Audiencia Nacional ha tardado más de un año en abrir diligencias penales por el accidente y los errores de identificación. De nada sirvió la presión de España sobre Turquía para que ocultara la realidad. Primero se demostró q