La saragata

16 AGO

ELÍ URBINA, TRES POEMAS DE «EL ABISMO DEL HOMBRE»

Por Cleofé Campuzano
ELÍ URBINA, TRES POEMAS DE «EL ABISMO DEL HOMBRE»

Elí Urbina es un poeta, editor y docente nacido en Chimbote, Perú, en 1989. Dirige la revista y editorial Santa Rabia Poetry. Es autor de los libros: «El abismo del hombre» (Argentina, Buenos Aires Poetry, 2020), y «La patria del instante, 120 haiku» (México, Alcorce Ediciones, 2023). Ha publicado en otras lenguas «Exŏdus» (Perú, Santa Rabia Poetry, 2022, con traducción del poeta estadounidense Jeremy Paden) y «L’abisso dell’uomo» (Italia, Edizioni Arcoiris, 2023, con traducción de Adriana Caterino). Además, es autor de las plaquettes «La sal de las hienas» (Perú, Plectro Editores, 2017), y «Fábula de los burros salvajes y otros poemas» (España, Editora BGR, 2022). Poemas suyos han aparecido en revistas como: «Θράκα» (Grecia), «Život» (Bosnia), «Репер» (Macedonia), «Frequenze Poetiche» (Italia), «Sémaphore» (Francia), «ÆREA» (Chile), «Círculo de Poesía» (México); y han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, francés, bengalí, griego, serbio, macedonio y croata.

 

UN TURBIO INSTINTO

Existe un turbio instinto

que sobrepasa

la sed interrogante del deseo,

el abismo secreto de la herida.

Es un impulso todo de vehemencia,

un estertor sensual,

una insomne punzada voluptuosa.

Perversidad.

Mirada de animal poseso

que trenza el espesor de la tiniebla.

En el centro de su hondo laberinto

ni el recuerdo del amor

ni el sentido moral ni nada importa,

solo la carne,

solo su negra eternidad,

el magnetismo

candente que te absorbe.

 

LA INTEMPERIE

Un lento puño de odio

estruja brutalmente

mi pecho desquiciado.

Nada calma mi rabia.

La memoria me aguija,

ensangrentado monstruo,

con un vago recuerdo,

sin tregua, sin piedad.

En mi alma se amotina

la piara de la angustia.

Perturbado deambulo

alrededor del cuarto.

Siento mi carne dura

como una piel curtida.

Mi mente inhabitable

se parte en estallido.

Destroza con violencia

el viento el vidrio oscuro.

La insomne garra negra

de la ira rasga el alba.

Bajo ardiente ceniza

palpo un rostro derruido.

Vencido por el odio

contemplo la intemperie.

 

BAJO ESTE CIELO EXTRAÑO

Bajo este cielo extraño hundido en el silencio

corto la oscuridad con turbia pincelada.

Un inmenso arenal me circunda, se extiende

sobre el hueco del mundo, llena todo de ausencia.

Erguido entre el dolor me mezclo con el polvo

en marcha circular, siempre en sentido opuesto.

El tiempo no es el tiempo, pero de golpe pasa.

Tensa de incertidumbre la palma de mi mano,

raigambre membranosa, se alarga sordamente.

Un raudo, casi helado ardor asciende, estalla.

Violento es el tumulto terrestre de la angustia.

Tanta boca, piedra, uña. Tanto ojo, vidrio, pelo.

Cada estremecimiento es un corte insondable.

Cada paso me envisca incrustado de culpa.

Materia abominada. Substancia crepitante.

Desde otra oscuridad, en la memoria, un rostro

grita inerme. ¿Es su nombre el nombre de mi herida?

En vano corto el muro de carne de esta sombra.

Es todo desamparo, dolor que nunca acaba.

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